En
China se le conoce como Mi Le Fo (amoroso o amistoso) o Bu-Dai lo que provoca
confusión de creer que representa la figura de Buda y en Japón se le conoce como Hotei (fardo de
tela) deidad de la felicidad y la abundancia.
En
el mundo de habla hispana es conocido como el Buda sonriente, buda feliz, buda de la risa
o el "Buda gordo". Se
dice que Hotei, originalmente, fue un monje chino que vivió hace más de 1000
años… Según las tradiciones, se trataba de un hombre amoroso, carismático de buen
carácter quien atraía a la gente como un imán a su presencia;
caminaba de una ciudad a otra para cumplir su misión: difundir la felicidad y la
alegría donde quiera que iba, regalando sin nada a cambio y contagiando sus
carcajadas al más necesitado. Desde hace un tiempo conocía la típica
representación del “buda sonriente”, pero fue en Colorado (U.S.A), cuando al
llegar me presentaron a quien fue mi guía y compañero de aventura y sin duda
alguna quien propició un año de suerte, prosperidad y felicidad, él se encontraba en el tablero de la camioneta de mi host family.
Así
mismo me acompaño en mi día a día; sus saltos y movimientos fueron testigos de
los recorridos dentro de Colorado, de las salidas a esquiar, de los largos
viajes a las montañas y a las rutas de escalada y a los parques nacionales (El Gran
Cañón, Yellowstone, Arch National Park, Mesa Verde National Park, Great Sand Dunes
National Park, entre otros). Nunca pensé
que iba a significar tanto para mí, hasta que al acabar el año, mi host family
me regaló un nuevo Happy Buddha (como le dicen ellos) para mi carro y al llegar a Caracas, estuvo en mi
mesa de noche por un tiempo, privado de aventuras y paisajes, por dos años de
posgrado y estudios sin carro.
AAl llegar a Chile, lo que más necesitábamos era
suerte, prosperidad y felicidad y ahí estaba nuestro buda sonriente acompañándonos;
aunque nos anima desde nuestra sala, después de unos años de encierro, decidí sacarlo
a nuevos paisajes, y así fue como nos acompaño al norte de Chile, al desierto
de Atacama; donde nos proporcionó alegrías y buenos momentos, mientras que no
tengamos carro, irá a donde pueda ir con nosotros… La empatía por este gordito,
no solo tiene una historia sentimental de mi vida en Colorado, sino que luego
del regalo, averigüé sobre esta leyenda, siendo imposible no sentir empatía con
este personaje.
El
monje fue famoso por repartir caramelos, juguetes y frutas que sacaba de su
bolsa de tela, a los niños, después de lo cual colocaba su bolsa en el suelo,
mirada hacia el cielo y empezaba a reír con locura; explicando que la entrega
de dulces era un símbolo de la idea de que cuanto más das, más recibes. Su risa resultó ser muy contagiosa de hecho,
todos los reunidos a su alrededor empezaban a reír también. Y ese fue su método
de propagación de la felicidad y la iluminación.
En las manifestaciones artísticas,
generalmente, Hotei es un adulto calvo sonriente y que va vestido con una
túnica que deja expuesta una gran barriga (símbolo de la felicidad, la buena
suerte y la plenitud). En la mitología china, el estómago se considera la
plataforma del alma y, por consiguiente, la gran barriga puede ser considerada
una alegoría del gran corazón de Hotei. Todas estas imágenes presentan a Hotei
como un monje nómada que viaja por todos lados y que le quita la tristeza a la
gente. En general, es un personaje por el que resulta muy fácil sentir
simpatía.
A veces nos podemos encontrar a este famoso Buda gordito
sentado sobre una bolsa (que contiene tesoros), en su mano izquierda sostiene
una pieza de oro con forma de barco o, a veces, un mala (rosario) y en la mano
derecha, sostiene un abanico llamado oogi, el oogi es un objeto mágico que
según la tradición puede cumplir deseos. Otras
veces lo podemos ver representado rodeado de niños.
En la
actualidad, su imagen decora numerosos templos, restaurantes y amuletos
alrededor del mundo. Se dice que cuando un bar cuenta
con una representación de Hotei y algún cliente come o bebe en exceso, las
personas suelen atribuirlo a la íntima influencia de Hotei. Una
costumbre china se frota el vientre de una estatua de Buda de risa para traerle
buena suerte, prosperidad y felicidad.
Sigamos
los pasos de un monje legendario y siempre recordamos su sabiduría eterna, pase
lo que pase siempre hay que volver a la risa, porque cuando le sonríes al
mundo, el mundo te sonríe de vuelta.
0 comentarios